Embutidos de supermercado mejores si los dejas secar al aire


Somos país de embutidos, de carnes de cerdo picadas para conservarse mejor, secadas al sol o en secaderos en la actualidad, y con añadidos de diversas especias para darle sabores locales a cada chorizo, longaniza, morcillas o güeñas, butifarras, salchichones o sobrasadas, cecinas, lacones o lomos, jamones o chistorras. Cada Comunidad en España tiene sus propios chorizos, sus propios sabores y presentación de embutidos.

No tiene nada que ver un chorizo riojano con uno asturiano, ni una morcilla de Burgos con una de Jaén. Ni en sabor ni incluso en sus formas y fondos. 

La riqueza del embutido español, tomado con calma y en poca cantidad pues para la salud puede representar una bomba de relojería, es cada vez más importante, sobre todo ahora en que ya se pueden comprar muchos de ellos por internet acercando a nuestras mesas decenas de productos que posiblemente ni conocíamos.

En casa podemos convertir cualquier embutido fresco en un embutido seco si tenemos una zona con poco calor y al aire libre, dejando colgados los embutidos frescos una o dos semanas. Un trastero bajo el nivel de la calle (que los hay) sirve de forma maravillosa, no los trasteros que están al nivel del garaje. 

Incluso un simple jamón mejora mucho si te lo llevas al pueblo un par de meses y lo dejas en una habitación bien ventilada y poco usada, a oscuras colgado para que se joree y se seque un poco más. Un chorizo envasado al vacío del supermercado colgado a oscuras y dejando que se joree unos días se puede convertir en un excelente embutido seco.

Los embutidos de arriba, butifarras estrechas, podría parecer catalanas pero son de un mercadillo de Murcia.