Frutos rojos aragoneses y asturianos para las mesas de todos

En Aragón tenemos suficientes moreras, chordones o frambueseras, arandaneras… forman parte de mi paisaje de sotobosque juvenil aragonés. Como actividades corrientes lo eran ir a buscar boletus y rebollones a Belabartze o Linza y pude probar las inolvidables fresas silvestres del llano de San Indalecio, en el monasterio nuevo de San Juan de la Peña.

Las frutas del bosque tienen un delicado sabor modificado por cada añada, por abundancia o ausencia de precipitaciones primaverales.

Si se dan, son de gusto floral gelatinado, a la francesa. Tirando al color y sabor de la violeta y pétalos de rosa. Son sabores sutiles, elevados, etéreos, elegantes y nada especiados


Recordando las frutas del bosque aragonesas los sabores de los grandes Borgoña de pinot noir.

Si no se dan, son más pequeñas y su sabor más concentrado. Se advierte sobre todo en la mora que, como hace la garnacha, rejunta sabor endulzado y sabe a su propio caramelo. A eso que Parker cuando le da más de 90 a un vino de Calatayud denomina compota de grosella. 


Sabores largos, minerales porque las raíces profundizan y rompen roca buscando vetas, untuosos y poco ácidos. Acercándose un poco al dátil o higo seco en su dulzor pero sin trazas de madera sino de un ligero amargor a pincho de cardo o de ortiga.

La edafología, sequedad por cierzo y régimen de lluvias acompañan poco en general, pero en Aragón aún tenemos valles enteros donde, a diferencia del delicado kiwi al que no le gusta el hielo y domina el valle del Bidasoa de clima cantábrico, se pueden plantar frutos rojos.


En suelos pobres y donde no manen fuentes, pues no les gustan los campos pocinos pantanosos sino echar raíz buscando el agua. Para los suelos que se encharcan, el rey debería ser el caro berro.

Tales son los suelos, en el primer caso, que se hallan en concretas ubicaciones del valle de Bielsa y Pineta pero lo será también de los ventilados de Sobrepuerto y Sobremonte, a partir de Ansó o Echo, y en determinados sotobosques del Moncayo. 


Las moreras resistentes abundan por doquier y no hay que presentarlas. Pero el resto de frutos de sombra, que en estado poco nitrogenado se encuentran en claros frescos de pinares albar, abetales o hayedos, pueden producir milagros organolépticos sin tener que importarse desde Asturias, en que se están desarrollando plantaciones significativas.

Un postre de yogur de Guara o queso fresco de cabra y vaca con frutos rojos de Pineta y nueces de Valonga ya está disponible.


27.02 Luis Iribarren

15 cocteles cocktail para pasar la tarde, la noche o el desayuno

Los cócteles o cocktail se han vuelto a poner de moda, ya no deseamos solamente una bebida con hielo o sola, sino que tras caer rendidos ante los Gin Tonic ahora pedimos más, solicitamos conocer nuevas mezclas, nuevos cocktail de los de toda la vida. 

Os dejo 15 mezclas de las mas conocidas, de un amplio local de Martorell que saben bien de lo que hablan y hacen, donde además de explicarnos los ingredientes nos hablan de lo que es cada uno de ellos. Muy levemente, es cierto, pero si te interesa conocer más de alguno de ellos, puedes seguir buscando.

Espárragos salvajes o silvestres en los mercados

Son espárragos salvajes, verdes, cogidos del campo y de los ribazos de los campos de labor. Durante muchos años los han recogidos los campesinos de ciertas zonas para su consumo, fritos, en tortilla, cocidos y a la vinagreta. Pero ahora incluso se venden ya en algunos mercadillos. 

Siguen siendo espárragos bordes, silvestres, con un sabor y olor algo más marcado, estrechos, delgados y largos, verdes y tersos. 

Diría que es un lujo tomarlos en su época, ahora antes de la primavera o en su inicio. Pero junto a otro buen montón de hierbas del campo, sé que no son tomados por la mayoría de los consumidores. 

Amargores, dientes de león, acelgas silvestres, son algunos ejemplos de estas verduras de campo que nacen y crecen sin que nadie las plante. 

El mejor desayuno posible, para empezar el día

No hay receta mejor para un desayuno más completo y capaz de levantarte la alegría necesaria para comenzar el día. la receta es muy sencilla y muy gastronómica. No lo dudes. Un puñado de buenos besos cortos o largos, muchos abrazos donde se toquen piel con piel, más que muchas sonrisas, algunas miradas pícaras y otras de cariño, caricias en los lugares que el tiempo deje y algunos susurros de mañana caliente. Se mezcla todo, se sirve caliente y sobre la bandeja que más cercana tengamos a mano, y se intenta repetir igual todos los días. En dos semanas estarás como nuevo o nueva.

Alcachofas de Martorell, caras pero excelentes al horno, enteras

Estas alcachofas no son baratas y lo sabemos, han subido de precio mucho en los últimos tiempos, sobre todo estas de primeros de marzo, es decir de las últimas de la temporada en espera casi de las primeras próximas. Pero son enormes, muy prietas y duras, excelentes para hacerlas al horno.

En Cataluña se hacen al horno, asadas enteras y abiertas y para ello se necesitan muy cerradas para poderlas abrir bien y que mantengan su forma y dureza, apretando la flor de la alcachofa contra una superficie dura antes de meterla al horno. Se puede ayudar un poco abriendo las hojas exteriores con la mano. 

De esta forma la alcachofa queda un poco abierta y podemos ponerle dentro un poco de sal y unas gotas de aceite y si se quiere algo de pimienta molida. 

Antes de meterlas al horno hay que cortarles el rabo o ramita de la parte trasera, que se debe conservar para sopas, guisos, o incluso meterlo también al horno, aunque yo no recomiendo esto último pues se pierde su jugo.

Con un horno a 180 grados se meten las alcachofas de pie en una bandeja, apoyadas sobre la zona donde hemos cortado el rabo, sobre unos 40 minutos. 

Las hojas exteriores de la alcachofa se volverán negras y tostadas. Se van comiendo hoja a hoja, retirando las más exteriores, y saboreando la cremosidad de las hojas interiores, en la zona que están más en el centro de la flor.

Precios de mercadillo de verduras en Martorell

Ahora que se habla tanto de los márgenes comerciales, de los céntimos que se pagan a los agricultores y los euros a los que nos venden los productos del campo a los consumidores, y las dudas sobre quien se queda la diferencia, tal vez es momento de repasar levemente aunque sea, que no siempre es así y que los márgenes tremendos se escapan entre intermediarios. 

Y que la competencia es muy buena, y como ejemplo os pongo una imagen del mercadillo de Martorell (Barcelona) de este fin de semana. Ciudad con unos 30.000 habitantes.

Dos kilos de cebollas a 1,50, el kilo de patata nueva a 0,69 euros. Dos coliflores por un euro. Hay decenas de puestos con estos precios en Martorell, en un mercado controlado por el Ayuntamiento y donde los sábados hay cientos de consumidores comprando a unos precios totalmente diferentes. ¿Por qué no puede haber mercadillos así en las grandes ciudades?

Estos precios si que son intermedios entre lo que se paga al agricultor y lo que nos venden las grandes superficies. Un punto de encuentro entre lo que deben cobrar los que trabajan el campo y lo que se puede pagar por los consumidores cuando los sueldos y las crisis atacan.

Patatas Bravas de Martorell. Poco picantes

Hay muchas formas de preparar unas patatas bravas, y de presentarlas. Esta es de las más sencillas que me han ofrecido pero a la vez "bonita" y de una cierta calidad final. Partimos de unas patatas congeladas que no es lo más correcto pero que si queremos hacerlas rápidas pueden servir.  Nos evitamos pelarlas, cortarlas y vienen ligeramente precocidas.

Una buena fritura para que se queden crujientes sirve, aunque también hay patatas bravas nada crujientes, tampoco simplemente cocidas, sino en una textura suave. Ya he advertido que el mundo de la patata brava es inmenso.

Dos salsas, y eso si que es imprescindible. Una salsa de tomate picante aunque se pueden tomar sin picar pero ya no son bravas sino otra cosa, y una salsa mayonesa por si se quiere acompañar. Yo personalmente si la salsa de tomate picante está buena no necesito para nada la salsa mayonesa. 

Pero tiene que estar picante de verdad, algo que en los últimos tiempos es cada vez más complicado de conseguir en salsas caseras de bares. Todo el mundo va sirviendo las salsas ya prefabricadas y además con un picante muy justo para no molestar a nadie.