El gin tonic del Hotel Palace de Madrid


El Hotel Palace de Madrid también tiene cafetería en un lugar maravilloso con un gusto exquisito en donde han pasado el último siglo casi como un suspiro. Lleno eso si, de reuniones importantes.

El bar le han puesto ahora un nombre poco lógico, pero el ambiente no hay quien se lo reste. “The Copper Bar” resulta curioso como nombre para un ambiente tan lleno de cristal más que de cobre, pero santos tiene el marketing.

Si se pide un gin tonic se servirán en un vaso de balón los clásicos 5 cl de ginebra Beefeater 24 con una tónica por supuesto Schweppes de las nuevas y seca, con una rodajita de pomelo rojo y mucho hielo. Sencilla pero muy correcta.

El precio por tomársela no es mucho, pero se la añade el precio por disfrutar de un lugar tan especial. En total son 18 euros por sentarse donde se han sentado antes los poderes del mundo. Usted sabrá si le compensa.

Dos ensaladas. De bacalao con pimientos o de queso de cabra con jamón


Vamos a pensar en unos entrantes fríos para este fin de semana. Sencillos pero contundentes. Sacados de un restaurante vasco, al que le vamos a copiar un poco las ideas, que para eso son maestros en la comida en miniatura.

Hay dos ensaladas a cual más apetitosa.

Ensalada de bacalao con filetitos de pimientos del piquillo, un poco de tomate confitado y unas piperras que son esas guindillas que no pican. Unas ensaladas de colores de fondo para que se asienten los ingredientes y a comer con gusto,

Esalada de queso de cabra a trozos (huir de las láminas cortadas a ronchas) con jamón de pato o de cerdo, que os juro que si está bien cortado puede ser fabuloso, con unos frutos secos por encima de la ensalada y regado con una vinagreta con miel. Piñones tostados, pistachos pelados, avellanas y nueces pueden ser los frutos secos aconsejables. Pero unos dátiles a rodajas también le encajarían bien.

No continúo, pues con cualquiera de estas dos ensaladas se queda de lujo y son muy fáciles de hacer. Si se emplata bien y con detalle se queda de premio, en serio. El precio en un restaurante oscila entre los 12 euros y los 14 euros. Vosotros mismos.

Receta de vinos melaos, melaus o zurracapotes


En fiestas se preparan en los pueblos vinos melaos, melaus, zurracapotes o bebidas tipo sangría, pero no tanto turística como rural, antiguas mezclas que se conservan en los pueblos como tradición. Esta bebida es sobre todo de la zona norte y este de España; Navarra y Aragón sobre todo.

Con los años se van perdiendo las recetas originales y hay que volver a preguntar a los abuelos para ver si recuerdan los ingredientes, por que hay que decir que es una bebida que solían preparar los hombres, los jóvenes, para sus fiestas de cuadrilla.

En 4 litros de vino tinto que pondremos en una tinaja de barro (huir del plástico, por favor) añadiremos un palo grande de canela, dos limones cortados en cuartos, 4 peras dulces, 4 manzanas, 2 membrillos, un cuarto kilo de orejones de melocotón, un puñado de ciruelas pasas, media docena de dátiles y cuarto kilo de azúcar. Todo bien mezclado se pone al fuego del hogar (si estamos en casa moderna utilizar la mitad de cantidad y ponerlo en una olla metálica grande) y se va dando vueltas hasta calentarlo bien. Cuando esté en el punto de ponerse a hervir retirarlo del fuego y dejarlo que se enfríe y macere todo como entre 2 y 3 días. Colar y servir.

Si queremos menos alcohol dejarlo hervir cinco minutos. Si no queréis calentar toda la mezcla, otra manera es añadir al vino las frutas medio asadas en el horno junto al azúcar. Todo fermentará en esos dos o tres días de reposo. Siempre colar y embotellar. Prohibido los pozales, por favor. Es un horror.

Cerveza reserva especial 1906. Potente y excelente sabor


Si te gusta la cerveza con cuerpo, especial y fuerte, que te recuerde a esas cervezas rojas que te sirven en los pub ingleses cuando pides una cerveza con cuerpo, he encontrado una que te logra hacer recordar algunos viajes pasados.

Cerveza 1906 reserva especial, es una cerveza con mucho cuerpo, con 6,5% de alcohol en su interior, roja, oscura, potente, que soporta bien la espuma en un vaso alto, que fabrica Estrella Galicia y se vende ya en muchos comercios de las grandes ciudades al menos.

Potente en sabor, permanece en boca con un ligero amargo que la confiere como diferente y con recuerdos a regaliz. Tal vez para estos tiempos tenga un ligero exceso de alcohol, pero es muy posible que sin él no sabría igual. La he probado en bote y no en botella y es una de las mejores de su tipo de cerveza. Incluso personalmente creo que gana a algunas de las más conocidas en el mercado de la cerveza potente.

Garbanzos de ayuno o garbanzos casi vegetarianos


Los garbanzos de ayuno son otra de esas recetas muy antiguas, con trasfondo religioso, que se tomaban en Cuaresma, en días de ayuno y casi de abstinencia. No por ello son sosos o aburridos y si los hacemos lograremos recordar con facilidad una cocina de hace siglos.

Podemos (y debemos) cocer los garbanzos que hemos puesto en remojo la noche anterior, junto a unos trozos de cebolla, dos puerros, una zanahoria, una hoja de laurel, algo de perejil y un par de clavos de especie. 

Pero si tenemos prisa podemos empezar la receta con unos garbanzos de frasco de cristal, ya cocidos y preparados, para en pocos minutos terminar el plato. No salen igual, pero son más fáciles y rápidos.

Ya tenemos pues los garbanzos cocidos, y si son de frasco lavados (yo prefiero pasarles un agua para quitarles conservantes aunque los caldos no son malos) y listos.

En una sartén freímos media cebolla pequeña cortada muy fina junto a dos cucharadas de aceite de oliva. En un mortero machacaremos dos dientes de ajo, una docena de almendras peladas y tostadas, una cucharada sopera de los garbanzos cocidos para que todo quede espeso y la yema de un huevo duro. 

Con todo ello (incluiremos la cebolla refrita y el aceite) haremos unas pastas o bolitas junto a un poco de agua o dos cucharadas soperas del caldo de cocer los garbanzos. Toda esta masa se añade a los garbanzos cocidos, se deja que den unos hervores de unos 5 minutos y se rectifica de sal.

Si los garbanzos son de frasco podemos añadir una pastillita de caldo de verduras —casi es un sacrilegio, pero todo se permite por la rapidez— en estos cinco minutos de cocción y en ambos casos unos golpes de pimentón dulce o ahumado o incluso azafrán tostado si tuvieras.

Al servir bien caliente se añade por encima la clara del huevo cocido, muy finamente cortada. Y si quieres más color unos trocitos de pan tostado en sartén.

Como es un plato de ayuno religioso no os digo que unos trocitos de jamón pasados por el calor… le irían muy bien, pero sería pecado. ¡Uff!

Y si queréis ser más modernos le podéis añadir unas hojas de espinacas o unos canónigos en esos cinco minutos de cocción final.

Sopas de ajo, sopas de pan, sopas castellanas


Pocos platos hay tan antiguos, rurales, humildes, históricos, sencillos y contundentes como unas sopas de ajo. Unas simples sopa de ajo, bien hechas, en su punto, que en Aragón llamamos sopas de ajo y con algunas variables se conocen como sopas castellanas o simples sopas de pan.

Pan, ajos, huevos, agua, aceite o manteca y sal. Si nos hemos convertido en modernos, unos tacos de jamón o unas rodajitas de longaniza o chorizo encajan perfectamente, pero nos estamos separando de la humildad y la historia.

Cogemos media barra de pan duro o unas rodajas de pan de hogaza y las cortamos en sopetas, en lascas  del tamaño de una moneda grandes, de las de plata. Reservamos el pan.

En una sartén amplia ponemos media docena de ajos pelados fileteados a freír en 3 ó 4 cucharadas de aceite. Cuando tengan color dorados se retiran del aceite y se reservan. En el mismo aceite se pone el pan a freír hasta que tome un ligero color dorado y el propio pan haya absorbido casi todo el aceite. Este es el momento de añadir el jamón o las viandas, incluso unos golpes de pimentón para darle color.

Todo frito y con las rodajitas de pan ya en la sartén añadimos los ajos y un litro de agua para que empiece a hervir (los más contundentes en vez de agua añaden caldo de carne, pero que no se nos olvide que es un plato humilde). Debemos dar pocas vueltas y dejamos cocer unos dos o tres minutos a fuego muy bajo. Cuando ya esté a punto de terminar se añaden dos huevos batidos como para tortilla, poco y sin mucha fuerza. Se rectifica de sal si fuera necesario. Justo en el momento en que el huevo cuaje, se sirve bien caliente en soperas hondas de barro, para que mantengan el calor.

Plato por cierto que es perfecto para personas ancianas, sin mucha calidad en su dentadura, fácil de tomar y amplia contundencia como alimento.