Cheese Bar Quesomentero en Valencia


La calidad del servicio sirve para poner en valor mucho más que el propio servicio, pues añadir un buen servicio ayuda a sentirse bien, a disfrutar de las cosas y a repetir o intentar explorar más. En gastronomía esto es fundamental y los buenos locales lo saben, los buenos profesionales lo aprenden.

Por una casualidad acabé en un bar quesería en el centro de Valencia y nos pedimos una tabla de quesos para dos personas con dos cervezas. Nos pusieron dos quesos diferentes como se puede ver. Yo solicité un queso azul y un queso curado.

Al momento de servir la tabla de quesos, vino el quesero que los había cortado, un joven con amplios conocimientos de lo que hablaba y nos explicó qué nos había servido y por qué. Un queso de Mahon de 24 meses de curación y un azul europeo del que ahora mismo no recuerdo el nombre, pero que por su sabor fuerte encajaba muy bien con el Mahon, pero en cambio al ser muy blandito, suave en boca y totalmente distinto al otro en cuanto a dureza, encajaba muy bien para contrastar texturas.

Tremendo acierto, maravillosa explicación, acertada y bien informada. El precio un acierto y muy bajo, pero hay que entender que es un servicio que poco a poco está entrando en nuestras maneras de entender la gastronomía y los bares mixtos de productos y bebidas. Poco a poco se harán un hueco en nuestras calles, y somos capaces de apreciar la calidad diferente, y ellos de aguantas los meses malos.

Algo similar se hace ya en algunas cervecerías, por poner otro ejemplo. No se trata de servir una bebida fresca, sino de asesorar incluso si el cliente lo pide o duda, y de llevar a probar con indicaciones, nuevos productos, sabores diferentes, incluso temperaturas distintas.

Un aplauso para QUESOMENTERO un Cheese Bar de Valencia, en la calle Maestro Clavé, 8. Y sobre todo por lo bien preparados que están los que me pareció, camareros de escuela, a los que les gusta su trabajo.

Para que no haya dudas, pagué mi consumición, compré dos tipos de quesos de los que hablaré en otro momento, y cuando ya todo estaba bien pagado y cobrado, me presenté como escritor de un humilde blog. Nunca antes. Así tengo la libertad de hablar bien o de hablar mal de un servicio o producto. 

Ensalada con vinagreta de mermelada


El mundo de las ensaladas es tremendamente amplio y sobre todo sano y fácil de preparar. Ligeros camios en una ensalada tradicional logran un producto totalmente distinto. En este caso he preparado una ensalada típica, cortada en trozos pequeños, con ensaladas variadas, algo de espinacas, un picado de ramitas tiernas de apio, tomate, cebolla tierna y queso con sabor pero no muy fuerte. Jasta aquí todo habitual y normal en muchas ensaladas. Casi lo que se tiene en ese momento en el frigorífico.

Pero para el aderezo he montado una vinagreta algo distinto. Casi dulce. He mezclado aceite de oliva de calidad con unas gotas de vinagre de Jerez y una cucharada sopera de mermelada de fresa o de tomate o de higos o de manzana. Lo que tengas en ese momento en casa.

Y tras poner unos golpes de sal a la ensalada he aderezado con la vinagreta algo dulce. El resultado es muy diferente.

En este caso no lleva salmón ahumado, o arenques ni anchoas, que también encajarían muy bien. Ni tampoco unos trozos pequeños de pan tostados ni una nueces o pistachos o pipas de calabaza, que también darían un toque añadido.


Weihenstephaner Korbinian, cerveza bávara muy tostada

El mundo de la cerveza es amplísimo, por sabores, por composición, por países, por colores. Hay tanto para elegir como en el mundo de los vinos. Los matices son imprescindibles de dominar y el gusto de cada uno es capaz de elegir unos modelos u otros de cerveza según los gustos. Incluso en los últimos años, con el aumento de las cervezas artesanas y casi domésticas en algunos casos, se han ampliado tremendamente los sabores suaves.

Hoy he tenido la suerte de probar una Weihenstephaner Korbinian, una cerveza bávara oscura (no negra) y fuerte, es una doppelbock (“bock doble”), una cerveza potente elaborada a base de malta tostada y caramelizada. El sabor quemado de la malta es la que domina el paladar y el uso del lúpulo de Hallertau equilibra esta gran cerveza con un amargor pronunciado y aromas sorprendentes con toques ligeros de chocolate, nueces y café que logran una bebida muy buena de sabor, fuerte y a si vez nada estridente.

Elaborada por la cervecería más antigua del mundo según la Ley de la Pureza de 1516 con solamente malta, lúpulo y agua. Sirve para combinar con ahumados, tanto carne como pescado, asados y embutidos o quesos. Su medio litro a poco más de dos euros nos deja un precio ajustado que sin duda hace disfrutar al buen bebedor de cerveza. Ojo con el grado de alcohol pues sus 7,4 grados no la hacen fácil para tomar más de una.