Nos debemos preguntar cuanto sufren en nuestras cocinas los animales

Nadie nace para estar desfilando. Nadie se muere para que juguemos con sus cadáveres. No sé si las gambas y gambones como crustáceos que son, sufren dolor. Pero están muy buenos como alimento, aunque en sus cabezas se concentre un buen números de minerales dañinos para los humanos y que no sabemos desechar. Son acumulativos.

No sé si vivos todavía, ven fuera del agua. Si sufren con el hielo envolviéndoles los ojos y las 10 patas. Pero algunas prácticas no me gustan nada. Como la de quitarles el estómago entero y de tirón estando vivos, arrancándose una parte de la aleta del final de la cola. Tampoco me gusta que a las langostas, nécoras o bogavantes se les mate partiendo por la mitad su cabeza.

Nos estamos planteando muchas cosas en este siglo, hay que intentar que no sufran los seres vivos. Los primeros los humanos, y muchas veces observamos sufrimiento en ellos, hambre o frío, necesidades e injusticias…, y miramos hacia otro lado. Está bien saber si los caracoles sufren al ser sometidos a unos lavados de sal y vinagre. Pero también está bien que a nuestros semejantes y humanos, les evitemos el hambre crónico en muchos países y en algunas de nuestras calles.