Pollo asado de supermercado con truco para reforzar el sabor

Es verdad que comprar un pollo asado en un supermercado es un ejercicio muy cómodo e incluso muy ajustado de precio. Envasados al vacío suelen ser algo menos sabrosos que los que podemos comprar en tiendas de asados de pollos o incluso de los pollos asados que hacemos en nuestras casas. Así que hay que poner en marcha un pequeño truco de cocina para sacarle más sabor.

El pollo, bien entero o si los cortamos en casa para distribuir los trozos en frío, debemos rociarlo con algún líquido a nuestro gusto, aprovechando siempre el poco jugo del asado que lleve el pollo que hemos comprado. Podemos rociarlo con el zumo de un limón, con el de una naranja, con un vasito de vino blanco o con un vasito de vermut. De todo tenemos en casa, y si no tenemos vermut igual tenemos brandy.

Después de ese ligero baño de un líquido añadido para que no esté seco, lo salamos ligeramente pues siempre vienen muy justos de sal, lo rociamos algo de pimienta blanca o negra, o incluso se queremos le podemos poner por encima un picado muy fino de tomillo, orégano o romero, sin pasarse. El pollo ya tiene su sabor aunque sea algo básico.

Al horno a calentar y si acaso y según el tipo de hornos que tengamos, al grill para que se tueste la piel un poco. Nunca al microondas, pues se trata de tostarlo un poco, de intentar que nos quede crujiente la piel en la medida en que podamos, que nunca será igual que si lo hemos asado nosotros.