Una sopa con pocas cucharadas puede ser una muy buena sopa

Esta viñeta de humor es casi vieja, tiene más de 40 años que son muchos, pero refleja un detalle de lo que ahora queremos considerar mal por no querer entender de qué se trata: la Nueva Cocina. 

Esa cocina que a veces confundimos con servicios de poca cantidad y altos precios. Nunca hablamos de las muchas horas de trabajo hasta lograr unos sabores diferentes que se unen a unos productos no muy habituales. Nunca hablamos de que se puede ir a un restaurante y no ir a saciarse, sino a disfrutar.

Es verdad que unos huevos fritos si están bien fritos y a gusto del comensal… son maravillosos. No lo dudamos y son económicos. Aunque no todo el mundo los hace bien. Pero si deseamos encontrarnos con nuevas presentaciones, con juegos gastronómicos, hay que pagarlos.

También es verdad que el primer sorbo de cerveza o de una copa es el mejor. ¿Para qué dar pues muchos más sorbos? A un restaurante podemos ir a alimentarnos, o a disfrutar de unos buenos platos, o incluso a que nos sorprendan con productos curiosos, hermosos y que además se pueden comer aunque parezcan esculturas pequeñas. Estos tres tipos de servicios de comida son muy diferentes entre ellos.

Así que sí, te pueden servir una sopa con muy pocas cucharadas y quedarte sorprendido. Una salsa casi perfecta que solo se componga de unas gotas que maridan perfectamente con el resto del plato. Y además te pueden servir muchos pequeños platos y terminar pagando 300 euros por comensal. Lo importante es que lo sepas antes de entrar y después si entras… dejarte llevar y disfrutar. 

Si somos capaces de pagar 30 euros por una obra de teatro, 60 euros por un buen musical, o 120 euros por una plaza excelente para ver una actuación —y no me he querido subir de precio para no preocuparme— es lógico pagar la misma cantidad por esas mismas dos horas de espectáculo, pero en vez de visual que sea gastronómico. Y eso no evita que sigan existiendo menús del día a 12 euros que son auténticos trabajos excelentes.