Cocina antigua en una casa cueva de Guadix


La gastronomía gira siempre alrededor de las cocinas, auténticos laboratorios de sabores, ancestrales en muchos casos, espacios que en la antigüedad eran diminutos por diversos motivos, pues había que mantener el calor, eran espacios para una sola persona y a lo sumo una o dos perolas al fuego del hogar que en los meses de invierno servía de calefacción y en los de verano era un espacio sofocante.

Esta cocina es de una cueva de Guadix en Granada, una cocina humilde y muy pequeña que casi siempre estaban en las entradas de las casa cuevas para que pudieran tener enfrente o en un lateral una ventana hacia la fachada de la entrada para que sirviera de ventilación. 

En estas cocinas había como es lógico una chimenea que intentaba sacar los humos del fuego del hogar, y a diferencia de cocinas aragonesas o castellanas eran muy pequeñas pues el calor aquí no era necesario que se expandiera por el resto de la vivienda, ya que no tenía grandes cambios de temperatura entre los distintos meses del año al estar metidas en la roca.

La chimenea tenía el doble papel de extractor de humor y también de ventilación del aire de la vivienda. Y en las pequeñas cocinas se alojaban los ajuares que más se utilizaban teniendo cerca unas sillas bajas y a veces una mesa para poder emplear en las labores de cocina. No tenían allí mismo ni los pimientos secos ni carnes en vasijas en aceite, pues no era necesario que recibieran tanto calor, y todos estos elementos se guardaban en habitaciones más frescas para que así duraran mas tiempo.

Esas habitaciones más frescas, pequeñas y sin luz se llamaban en Andalucía alacenas (en otras zonas una alacena es un armario para guardar los elementos del servicio de comedor) y en ellas era donde se conservaba los alimentos como si fueran los actuales frigoríficos. Con poca ventilación, oscuros y poca zona de entrada para mantener una temperatura lo más similar durante todo el año.