Técnica para hacer té árabe, marroquí


Hacer un té árabe, tipo marroquí o del Norte de África, no es tan sencillo como añadir una bolsita de té verde a un vaso con agua a punto de hervir y esperar unos minutos tras ponerle encima unas hojas de hierbabuena y azúcar. El proceso es algo más complejo de aprender, pero una vez realizado y aprendido, es sumamente sencillo.

Podemos utilizar té chino del tipo Gunpowder que son como bolitas secas de hojas de té que e encuentran enrolladas. Pondremos una cucharada de té o dos de café en una tetera y le añadimos un vasito muy pequeño de aguar hirviendo. Este líquido tras estar un minuto con las bolitas u hojas secas de té, y darle varias vueltas a todo para que "se laven" las hojas, lo escurrimos y conservamos el líquido.

Este líquido lo podremos utilizar (o no) si queremos que el té está algo más fuerte de sabor. Todo o una parte. El té árabe no es muy fuerte y en cambio es muy dulce.

A partir de este primer paso, añadimos azúcar a las hojas de té ya sin agua, y según lo azucarado que te atrevas entre 2 y 6 cucharadas soperas de azúcar. El té marroquí es mucho más dulce que por ejemplo el té sirio.

A la tetera (que es mejor que se pueda poner al fuego) se le añade entre 400 y 500 ml de agua a punto de hervir y unas hojas frescas de hierbabuena, o se pone toda ella al fuego sin llegar a hervir unos dos minutos. Lo dejamos reposar unos 3 minutos.

A partir de este momento hay que airear la bebida, hay que ir sacando de la tetera unos vasitos del líquido y volverlos a introducir a la tetera. Se trata en este ejercicio de oxigenar el té y mezclarlo bien todo. Se consigue más aroma y que las hojas se queden en el fondo. 

Este ejercicio con la bebida es fundamental e incluso es bueno hacerlo desde cierta altura, para que como sucede con la sidra, la bebida coja aire.