Ratacía, ratafía o retacía. Bebida histórica del Mediterráneo

En el encuentro de Pedro Sánchez y Quim Torra, este le regaló al Presidente del Gobierno una botella de ratacía o retacía. Una reunión muy importante que se completó con una botella de un licor del este español, no solo catalán pues en Aragón es también muy conocida, como se conoce en toda la zona de la Corona de Aragón desde el sur de Francia a Italia, aunque es cierto que en Cataluña la cuidan mucho más que en otras zonas mediterráneas y del que vamos hablar un poco. 

Es un licor de final de reunión, de firmar acuerdos, y su nombre viene del latín “Así sea, trato hecho” o “Rata fiat”.

La retacía es un licor familiar como ya decía Teodoro Bardají, un licor de amigos y de familias para fiestas y reuniones. Un licor de hogar que se hace (mejor sería decir se hacía, pues cada vez menos es una bebida conocida aunque todavía perdura) mezclando un licor aguardiente con algo de frutas, flores, especias y de vinos dulces o rancios, en el mes de junio para tomarlo en las fiestas de septiembre o en el invierno. Un componente principal son las nueces verdes que le dan ese toque de sabor amargo.

Se suele emplear frutas del tiempo de verano como algo de melocotones, cerezas o guindas o incluso uvas, que se ponen en maceración con vino dulce o rancio, azúcar, flores de claveles rojos o flores de rosal si se tienen, nuez moscada, nueces verdes aplastadas y que se recogen en junio que es el momento perfecto para su sabor frutal, mas una ramita de canela y algunas hojas de menta y algo de tomillo o romero.

Esta mezcla de frutas, especias y vino se deja un par de semanas como poco en maceración al sol (se solía poner en botellas tumbadas en el tejado entre teja y teja o en garrafas de cristal y se dejaba en muchos casos un mes) para que la fruta saque todo su jugo y sabores. Y en el momento de hacer finalmente la ratafía se mezcla el zumo filtrado con anís o aguardiente sin anisar, bien a partes iguales o bien con el doble de zumo que de anís, aguardiente o incluso brandy. Esta mezcla final y ya embotellada se deja reposar al menos una semana hasta probarlo, para que se termine de mezclar bien todos los aromas y sabores, y la fermentación cerrada de los ingredientes.

La mezcla depende de cada familia o de cada artista masculino, pues es una bebida que en algunas zonas solían hacer siempre los hombres de la casa para las fiestas. Hay familias que añaden al zumo a la hora de ponerlo a macerar algunas lascas de cáscara de limón, algo de café en grano o incluso mezclan el vino moscatel o dulce o rancio con vino blanco. 

Gran parte del éxito de la ratafía depende de la calidad de los productos, sean los licores, frutas o el vino de base, por lo que no se emplean licores de batalla, sino aguardientes de calidad.

El final es un licor dulce, potente, sabroso y que sin duda sirve para firmar verbalmente acuerdos con el gusto de compartir una bebida familiar casi histórica por sus siglos entre las gentes del Mediterráneo. Yo la prefiero a temperatura ambiente, aunque en los últimos tiempos se toma también como bebida larga con unos hielos.