
Y lo es porque cada persona tiene su "punto", y esto no se puede explicar bien.
Pelamos dos patatas medianas y las cortamos en láminas finas.
En una sartén ponemos cuatro cucharadas de aceite y añadimos cebolla o ajo para pochar, luego añadimos la patata y una cucharadita de agua. (La tortilla se puede hacer sin ajo, con ajo o con cebolla), se añade sal.
Se fríe toda la patata (al tener algo de agua, es una cocción entre frita y cocida) y se retira cuando la patata empieza a tomar algo de color. Se va dando vueltas de vez en cuando, para que no se pegue la patata que esté debajo, lo correcto es que el color lo empiece a tomar toda la patata a la vez.
Se escurre bien de aceite y se reserva.
Batimos dos o tres huevos enteros, se pone un poco de sal y se añaden a la patata y se revuelve todo bien.
Ponemos una sartén pequeña de paredes altas con muy poco aceite al fuego y ponemos toda la masa de patatas y huevos en la misma. Dejamos que se vaya cuajando el huevo por debajo, moviendo ligeramente la sartén en un vaiven, para que no se pegue la tortilla en el fondo. El fuego no muy fuerte.
Cuando ya esté cuajada por debajo, tapamos la sartén con un plato y damos la vuelta 180 grados a todo para que la tortilla se deposite en el plato. Volvemos a poner la sartén al fuego y depositamos con cuidado la tortilla a medio cuajar en la sartén, por el lado que no está hecha.
Hay gente que con dos vueltas, una por cada lado ya terminan la patata. Otras personas le dan 4 vueltas. Las hay que la sirven más blanca y a medio cuajar, otros la ponen doradita y totalmente cuajada y dura. Los hay que añaden más patata de la indicada, otros le ponen un poco de pimiento verde picado muy fino.
Yo durante meses merendé una tortilla con pimientos rojos picantes en su composición, muy justamente cuajada en Miranda de Ebro, que estaba de marear. En fin, hay cientos de maneras particulares de hacer una tortilla española, pero casi todas son buenas.