¿De qué se compone una sopa? ¿Es un plato complicado?


En el año 1881, en el prólogo o entradilla del libro de cocina "El hogar o la Cocina sin desorden" de Fidel Romeo de Gállego e impreso en Zaragoza ya se hacía una loa al mundo de las sopas que parece hoy pasado de moda. Son 140 años de nada, y las sopas efectivamente han cambiado pero siguen siendo un plato muy necesario para los cuerpos destemplados.

Una sopa se compone de muy pocos elementos y no todos ellos se comen. Pero la suma de todos siempre entrega salud, incluso bienestar emocional, sin que nos demos cuenta.

Una olla, un líquido generalmente agua o caldo de otra sopa anterior, diversos productos cercanos, de campo y del frigorífico, y calor con la suma del tiempo. Nada más. 

Bueno sí, algo importante. Especias y condimentos a tu gusto y que difieren según las zonas. Y si quieres algo más de contundencia unos golpes de pan viejo y seco o de pasta moderna en forma de fideos, sémolas, arroz y similares.

Una carne no muy noble aunque las de caza lo son y algunas piezas de pollo, cerdo, vaca o carnero también, junto a verduras y sabores. Las sopas de pescado tienen perfumes y sabores delicados y no hay que enmascararlos. Eso es todo para jugar al laboratorio de la cocina. 

Pero sin duda las sopas de ajo, de pan, de manteca, de fideos o sémolas, de hierbas del campo, de arroz o de puerros y patatas, de legumbres…, son platos viejunos pero muy necesarios para no perder los sabores de siempre y la salud de hoy mismo. 

Y recuerda que si quieres algo de hace muchas décadas y que se emplea menos en las sopas, la leche en su justa medida o incluso algunos vinos encajan muy bien. Sin olvidarnos de los huevos hilados, en crudo, batidos, duros y/o picados, añaden otro punto de calidad diferente.

Y siempre muchas ganas de agradar a tus comensales, bastante tiempo de fuego para que todo se haga poco a poco y la mezcla de sabores sea suficiente y acertado, y algo de reposo.