Parrillada de marisco, sencilla pero maravillosa en su cocción


No siempre los grandes platos, los reconocidos restaurantes son los únicos que nos pueden sorprender. Ayer mismo en un restaurante de una localidad pequeña cercana a Zaragoza nos sirvieron en un restaurante humilde y bastante escondido, pero conocido por las gentes sel entorno, una mariscada sencilla pero maravillosa de sabor.

No era un enorme mariscada por los elementos que contenía, no era cara, no era tampoco nada extraordinario hecho para sorprender por algunos mariscos no habituales y a veces muy caros. Era una sencilla mariscada muy digna y perfectamente cocinada. Y en eso estaba su secreto.

Una parrillada hecha como es lógico en una gran parrilla, con los tiempos de calor muy correctos en cada una de sus especialidades, con la sal correcta que no siempre es fácil encontrarte esto bien resuelto, nada aceitosa pero en cambio con el sabor natural justo, rodeado de una salsa de ajo y perejil que no se adueñaba de los sabores, sino los resaltaba. 

Un plato dentro de lo que se suele ver en estos casos, perfectamente resuelto, dentro de unos productos normales. Mejillones, berberechos, navajas maravillosas y muy limpias de arena, langostinos y cigalas que antes habían estado congeladas, una sepia y nada más. El truco complejo y sencilla es saber dar a cada producto su punto de fuego correcto. 

No hay bogavantes, ni vieiras, ni nécoras, todo era producto habitual y sencillo, pero por ejemplo los mejillones estaban n su jugo, delicadamente acertado el tiempo de calor, que excepto en Francia o Bélgica, no es sencillo lograr según el tipo de cocción que se desea presentar.

Unos mejillones cocidos con apio y una chorrada de cerveza también deben estar justamente cocinados, y conseguir eso es distinto que hacerlos a la parrilla, pero a su vez, el apio debe cocer antes para que entregue los sabores al caldo de cocción.