Pincho Indurain, perfecto excepto para desayunar

El otro día el café de media mañana, un vicio como otro cualquiera, quedó asombrado por lo que le obligué a montar para complacerme. Estas costumbres tan arraigadas en la vida de cada persona, llegan a tener vida propia. Al menos en mi caso. Y se quejan o se alegran, depende. Pues el otro día mi costumbre se me quejó con razón.

En esas locuras que no sabría explicar nunca —por eso son locuras— me pedí para el café de las 11, además de un cortado descafeinado como es la norma, un pincho que en El Corte Inglés llaman Indurain. Sabía lo que me pedía pues lo ví en el aparador con su cartelito, lo que no quiere decir que supiera lo que hacía. Os juro que no tengo ni puta idea de por qué me lo pedí, pero son de esas cosas que nos convierten en humanos, en locos humanos, en animales sin explicación. Me pedí perdón a mi mismo y me lo tomé mientras mi señora me miraba con cara de miedo y asco, todo junto.

El pincho Indurain de Madrid, sí, de El Corte Inglés aunque inventado por David de Jorge, se compone de un taco de escabeche, una anchoa, tres guindillas peleonas y unas aceitunas rellenas sobre un poco de cebolla a ser posible que pique para dar más morbo. Que dicho así no es para tanto, pero mezclar guindillas con café con leche, como que no sé, muy de cuerdos no parece. Defendí ante mi asustada esposa que aquello era normal con tipos como yo. Yo no quise bajarme del burro, pues simplemente quería saber a qué sabe el café con leche con picante. Efectivamente, estoy loco. Con un vino blanco de lujo. Con café cortado, como que parece extraño.

Si fuera argentino iría al psiquiatra y me saldría el pincho Indurain por un huevo pues tendría que pagar la consulta. Como soy español lo escribo en el blog y ya me siento curado. El día menos pensado hago una paella con churros y me vuelvo a escojonar de la cara que pondrán mis hijos mientras miran a su madre. No estoy loco, je je je, me hago el loco.