Crítica y crónica de una cena en Restaurante Palomeque de Zaragoza

Ayer cenamos en el Restaurante Palomeque de Zaragoza, en la calle Palomeque, en pleno centro de la ciudad, cerca de su Mercado Central y de su antigua Plaza del Carbón.
Un bar crecido a restaurante, con un tamaño pequeño para el servicio que da, lleno siempre e imposible de tomar mesa si no se reserva, pero con una atención en el servicio muy alta.
Solicitamos unas anchoas al hielo picado (maravillosas y presentadas de forma espectacular), unos mejillones de roca al cava (correctos), unas patatas Palomeque (con foie perfecto y láminas de jamón de pato, muy curioso y bien presentado), un solomillo de cerdo con patatas y pimientos piquillo (en su justo punto y perfecto de sabor y sal) y una degustación de postres (maravilloso el sorbete de menta).
Precio lógico para el tipo de comida que se sirve, sin abusar en los vinos pues solicitamos un Rene Barbie y resultó perfecto y sin abusar en cafés y copas.
El precio ronda los 30 euros por persona con cafés, lógico para una relación calidad precio muy buena.
Como negativo hay que señalar el excesivo ruido que se forma en el local en cuanto se llena de clientes, al estar junto la barra del bar y el comedor y no estar bien insonorizado. Una lástima para el tipo de servicio que se recibe, que es sin duda de los mejores de Zaragoza. Por cierto, es un local muy utilizado por la gente “importante” para sus cenas de disfrute con sus amigos o familiares.
Personalmente no llevo bien que en un restaurante con un precio como este, no se sirva con servilleta de tela. Son servilletas de un papel especial y grueso, suficientes pero que yo no admito con facilidad, pues la servilleta de tela ofrece una suavidad todavía no lograda por el papel. Es cierto que es un bar ampliado hace años hasta un local de alta gastronomía, pero hay cosas que se deben revisar para resultar más creíbles.
Sin duda un buen lugar para degustar platos y para salir con un buen sabor de boca.