La sal de ajo es una especie excelente para muchos platos,
incluidas ensaladas, marisco o pescados, pasta, sopas o carnes. Pero siendo una especie que se puede hacer en
casa de forma sencilla, también se puede comprar a unos precios algo abusivos.
Solo vamos a necesitar sal y ajo, menos es más en este caso.
La sal es bueno que no sea excesivamente fina incluso
algunos la preferimos para esta mezcla un poco gruesa. El ajo, a ser posible
grandes y esbeltos los pondremos a freír en aceite de oliva hasta que se doren,
con fuego no muy fuerte para que también se hagan bien por dentro. Una vez
fritos se ponen al horno a secar o se meten al microondas que también es una
manera correcta de eliminar la humedad de algunos productos. Una vez los ajos
bien secos ya los tenemos para rallarlos o si fueran muchos pasarlos por un
molinillo o por un almirez y mezclarlos con la sal. Yo prefiero una mezcla de
dos cantidades de sal por una de ajo.
Se conserva en un botecito pequeño sin humedad y si hay
problemas de que nos coja la mezcla algo de humedad se le añades unos granos de
arroz al bote y se le hacen a la tapa unos agujeritos más pequeños que los
granos de arroz para que no salgan.